¿Conoces la sensación de sentirte culpable con la llegada de la maternidad, porque sientes que todo el cambio que se da en la relación de pareja es por tu culpa?
Si consigues entender el momento en el que estás, el revuelo emocional tan grande que vivimos a partir de ser madres, puedes bajar los niveles de exigencia y de culpa y así sentirte mejor contigo misma.
Pretender que tras la llegada de un bebé todo siga como si nada, o seamos capaces de responder a todo como lo hacíamos antes de ser madres, es IMPOSIBLE.
Un bebé supone mucho más revuelo del que nos contaron, y hoy quiero contarte los distintos aspectos que influyen en que no te apetezca mantener relaciones sexuales, o al menos, de la misma manera y con la misma frecuencia.
Si conoces tu cuerpo y su funcionamiento, puedes entenderte mejor y tratarte con más cariño y menos exigencia. Y eso es lo que intento al contarte todo esto:
A partir del nacimiento del bebé, en la mayoría de las mujeres (no en todas), la libido baja hasta niveles insospechados. Y esto sucede por una cuestión de ventaja evolutiva, la naturaleza lo ha hecho así para preservar el interés de la madre por su cría. De hecho, la madre entra en un estado de enamoramiento con su bebé y esto es algo muy natural y necesario para asegurar la supervivencia de la especie.
De hecho ninguna hembra mamífera entra en celo durante su lactancia, los machos lo huelen y ni se les acerca, salvo las canguros y nosotras, las mujeres, que sí mantenemos relaciones sexuales en esta etapa. Algunas mujeres, la minoría, porque realmente les apetece y están en un pico de líbido, y otras, la mayoría, porque “creen que es lo que hay que hacer”, vamos, que entra en juego la exigencia y la culpa.
Si eres de esa mayoría de mujeres a las que la libido se le ha bajado a partir de la maternidad, con esto que te cuento tal vez puedas empezar a entenderte y soltar culpa y exigencia. Y que entiendas que ese estado de ensimismamiento por tu bebé es algo muy natural y necesario en la etapa que estáis. Y así se lo puedes hacer saber al papá de tu peque, pues lo que suele pasar es que los padres se sienten excluidos y a veces abandonados.
Las hormonas juegan un papel importante, y es que de tener cifras muy altas de estrógenos y progesterona, segregadas por la placenta, tras el parto, nos quedamos a cero de esas hormonas. Por el contrario, segregamos prolactina, que es una hormona contraria a las que hacen tener líbido y ser fértil. Vaya, que las hormonas referidas a la líbido, en la mayoría de los casos desaparece o casi desaparece mientras estamos dando de mamar.
A esta situación puramente fisiológica, se le une cuestiones prácticas como el nivel de cansancio y sueño que tenemos al criar. Especialmente durante el puerperio, que yo entiendo que dura mucho más allá de la cuarentena, por lo menos hasta los 2 años del bebé, porque es hasta entonces cuando mamá y bebé viven en una diada en la que él bebé se siente uno con mamá. No entiende que son dos personas diferentes.
Y a todo lo que ya te he contado, súmale las consecuencias del parto. En el parto nos abrimos en canal tanto física como emocionalmente y la recuperación requiere tiempo, cuidado y mimo. Depende de cómo haya sido el parto, así necesitarás más o menos tiempo para tu recuperación.
¿Y sabes otro factor que influye?
Que la lactancia materna de por sí, es un acto sexual. Sí, sí, tal y como lo lees. De hecho algunas mujeres llegamos a sentir placer mientras les damos el pecho a nuestro peque, y si no sabes que es algo totalmente normal, puedes caer con facilidad en sentirte culpable. Si tienes en cuenta que la naturaleza ha hecho que todas las actividades que son imprescindibles para mantener la vida, como lo son comer, reproducirnos o dormir, nos resulten sumamente placenteras, puedes entender que también lo sea dar de mamar cuando se dan las condiciones óptimas para la madre y el bebé. De hecho, algunas mujeres pueden llegar a sentir excitación sexual.
Qué de factores influyen, ¿verdad?
¿Puedes entender ahora mejor tu falta de deseo sexual?
Pero no sólo influyen los niveles de determinadas hormonas, el cansancio y todo lo que te he contado, también tiene mucho que ver el cerebro.
Y es que comienza a decirse que cerebro y vagina son un único sistema y en la sexualidad femenina tiene mucho que ver el cómo nos sentimos con nosotras mismas y con nuestra pareja, para que aparezca o no deseo sexual. De eso te hablaré en mi próximo post.
Por ahora te adelanto que en la mayoría de las ocasiones vivimos una sexualidad falocentrista (aquella que tiene el pene en el centro), siendo el coito el acto central y protagonista. Vaya, una sexualidad muy masculina, muy de fricción, mientras que la sexualidad femenina es muy diferente, va mucho más allá, y entra mucho en juego nuestro cerebro. Pero no como algo malo, sino todo lo contrario.
Confío que toda esta información te haya servido para entenderte mejor, y entonces así poder soltar culpa y exigencia. Y ya sabes, como te dije en el post anterior (“No me apetece tener sexo”) , trata de hablar de esto con tu pareja, y en esa comunicación cuida algunos detalles para que sea una conversación en la que podáis construir juntos.
Una relación sexual es una conversación no verbal, es una danza entre dos cuerpos. Ahora os toca aprender a danzar al ritmo de los dos, encontrando vuestro nuevo ritmo. No es malo, simplemente es nuevo y es una oportunidad para crecer juntos y conoceros más.
Rocío López, Periodista, terapueta gestalt y colaboradora de contenidos para Muments.
Rocío es mamá y profesional de la educación emocional. Hoy aúna todo lo que ella es en Creada, ayudando a las mujeres a vivir la maternidad con confianza y seguridad en sí mismas y a reencontrarse con su propio poder a través de su sexualidad y feminidad.
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2 Responses
Me parece genial este contenido..
Gracias por compartirlo…
Jamies mami de Allison de 11años y Alejandro de 5 años…
Gracias Jaimies cuanto nos alegra que te haya sido útil y este comentario significa mucho para nosotras.